Como usted y yo, se calcula que un 45 por ciento de la población mundial, unos 2600 millones de personas, es hablante nativo de alguna lengua indoeuropea. Da vértigo pensar que, tras estas cifras apabullantes, en su raíz más profunda, estuvieron la lengua, los mitos y los genes de una antigua población prehistórica. ¿Cómo un puñado de gentes, hace milenios, pudo crear esta enorme familia de lenguas y pueblos? Y ¿dónde habitaron, cuál fue la cuna de los indoeuropeos?
Cuestiones que, durante dos siglos, generaciones de lingüistas, arqueólogos, historiadores, antropólogos y, ahora también, genetistas llevan tratando de resolver. Entre ellos, y de manera sobresaliente, J. P. Mallory, catedrático emérito de Arqueología Prehistórica de la Queen’s University (Belfast), que plasma en esta obra sus cincuenta años de investigación.
Mallory explora las antiguas migraciones, desentraña la madeja lingüística, bucea en la arqueología y añade los últimos y fecundos datos de la investigación genética para presentar, con ingenio y brío, sus argumentos en la espinosa cuestión del hogar de los primitivos indoeuropeos. Una cuestión que, lejos de ser un inocente pasatiempo científico, ha estado cargada de peligrosas manipulaciones políticas, como fue en el caso de los nazis. En este apasionante libro se persigue, con minuciosidad detectivesca, el rastro lingüístico que nos une a los indoeuropeos, se analizan y comparan idiomas vivos y muertos (sánscrito, griego, latín…), se explora y cuestiona el encaje entre cultura material y lengua a partir de la evidencia arqueológica y, finalmente, se aportan a este enigma las investigaciones en paleogenética más avanzadas.
Una obra ya de referencia, la perspectiva más autorizada acerca de una de las grandes incógnitas de la historia de la humanidad: el origen y la lengua de los indoeuropeos, que no dejan de ser, milenios después, nuestro origen y nuestra lengua.